sábado, 20 de diciembre de 2008

trabajo social: ética y moral


Durante nuestra formación como trabajadores sociales, debemos aprender a cuestionarnos sobre temas éticos y morales, pues nuestro desempeño como profesionales estará marcado por situaciones en donde tendremos que enfrentarnos a un sinfín de dilemas y problemas éticos.
Para reflexionar sobre este tema, comenzaré definiendo cada uno de estos términos. Por moral llamaremos “a ese conjunto de principios, normas y valores que cada generación trasmite a la siguiente en la confianza de que se trata de un buen legado de orientaciones sobre el modo de comportarse para llevar una vida buena y justa”[1].
Mientras que la palabra ética “procede del griego ethos, que significaba originalmente morada, lugar en donde vivimos, pero posteriormente pasó a significar el carácter, el modo de ser que una persona o grupo va adquiriendo a lo largo de su vida”.[2] Entonces llamaremos ética a la filosofía moral, que “constituye una reflexión de segundo orden sobre los problemas morales”[3]. Como vemos, la ética se pone al servicio del trabajo social estableciendo normas y principios que guiarán nuestra labor profesional, explicitados en el Código de Ética. Gracias a esta visión de la ética como filosofía moral, al establecer estar normas y principios con anterioridad, nos facilita el discernir ante los dilemas éticos a los que nos vamos enfrentando durante nuestra vida como profesionales. De esta forma encontramos caminos más claros ante los dilemas al tener planteado nuestro código de ética y así corremos menos peligro de faltar a éstos.
Es importante señalar que la moral, está dada por nuestro entorno, entonces de alguna forma la moral se nos impone y regula nuestra conducta, en tanto la ética nos hace reflexionar sobre los argumentos de las decisiones morales.
Nuestra labor como trabajadores sociales estará marcada por las decisiones éticas y morales que tomemos, nuestra manera de proceder frente a las distintas situaciones a las que nos veremos enfrentados estará claramente delimitada por nuestro código de ética y éste se convertirá, por decirlo de alguna manera, en nuestro guía.
En cuanto a nuestro desarrollo como profesionales pertenecientes a un equipo de trabajo, puedo señalar que el código de ética dirigirá nuestro actuar e irá más allá de las obligaciones morales que nos impone la sociedad y nos servirá de pauta para actuar frente a determinadas situaciones complejas. Así, al trabajar en conjunto con otros profesionales (psicólogos, abogados, educadores, etc.), las posturas éticas que cada uno posee pueden no coincidir, entonces como trabajadores sociales tenemos la responsabilidad de manifestar nuestro desacuerdo y oponernos a decisiones que vayan en contra de nuestra ética.
Como dijimos anteriormente, la ética es la visión que tiene el profesional sobre el deber ser de las cosas morales y se expresa en el ejercicio profesional de los trabajadores sociales. Está siempre presente en nuestra labor, cuando trabajamos con las personas, cuando intervenimos en la vida de éstas, cuando cumplimos roles tan variados, como el educador informal, ya que además siempre nos regimos por nuestros principios profesionales, respetamos la autodeterminación de las personas en cuanto a que es lo que ellos desean hacer con sus problemas y sus vidas, nosotros sólo debemos darle las herramientas necesarias para salir de ellas, éticamente es incorrecto influir o tomar decisiones por ellos, ellos son los que deben tratar y ver de que manera desean solucionar o superar sus dificultades.
La ética es una responsabilidad de toda la sociedad, y nosotros como futuros profesionales debemos velar por su cumplimiento y mejorarla nos sólo en la profesión, sino e la sociedad, ya que esto permitirá el bienestar de todas las personas.
Además del código de ética, nuestras acciones estarán guiadas por nuestra propia moral, esos valores que hemos adquirido a lo largo de nuestras vidas y que nos hacen actuar conforme a lo que consideramos correcto, lo que nuestra propia moralidad nos hace considerar correcto.
Creo que la moral que se nos ha sido inculcada por nuestro entorno es en gran medida la responsable de nuestra opción por el trabajo social. Debemos tomar en cuenta que nuestra carrera es algo netamente vocacional y que está absolutamente vinculada a nuestros valores y principios, entre ellos coincidentemente los valores que rigen la labor de un trabajador social, tales como el respeto a la dignidad de las personas, que desde mi punto de vista es uno de los principios ético-morales que sustentará nuestra labor.
También debemos considerar que la moral o las reglas que nos impone la moral no son iguales para todos, de ésta manera lo que para algunas culturas es considerado moralmente correcto, para otros es lo contrario. Por ejemplo, para algunos pueblos indígenas, el canibalismo es una prácticamente moralmente aceptada, en cambio para nuestra cultura, es algo reprochable, escandaloso y constituye un acto de inmoralidad.
Hay muchos dilemas y problemas profesionales a los que nos veremos enfrentados, tales como todos los que giran en torno a la elaboración y ejecución de las políticas sociales con las que podemos discrepar, tener que falsear información para beneficiar a las personas, escasez de recursos para resolver necesidades de las personas, etc.
Para tener una mayor claridad de conceptos, se definirán algunos conceptos. Entenderemos por problema ético a “la distancia entre la utopía y lo que el contexto permite, entre lo que debiera ser y lo que es y, también, en la dificultad o imposibilidad para cumplir los principios y valores profesionales por decisión de una autoridad que utilizando el poder que le confiere su cargo o rango, limita la intervención social y los efectos de ésta tal como el profesional los concibe”[4] y como dilema ético a “una decisión del profesional entre valores de importancia relativamente similar”[5].
Al preguntarnos sobre la factibilidad de seguir los principios que imponen nuestros códigos éticos como trabajadores sociales, ésta se hace muy compleja, ya que vemos que la sociedad muchas veces privilegia otras cosas. La ética muchas veces se interpone con la economía, política o los negocios, ya que ellos muchas veces privilegian el fin de lucro, y lo demás, el que sus trabajadores tengan malos sueldos o que no tengan asegurados sus sistemas de protección social, no les importa. Es cierto que el fin de una empresa es el la obtención de lucro, pero también deben importar las condiciones en que se encuentran sus trabajadores. Este modo egoísta de actuar de algunas empresas hace que sea cada vez más difícil actuar éticamente. Éste es un dilema al que nos enfrentaremos como futuros trabajadores sociales. Debemos ser capaces de decidir entre privilegiar los intereses de los empresarios, poniendo de lado nuestros principios morales y éticos o defender los derechos de los trabajadores y denunciar cuando se comentan abusos en contra de ellos, viéndonos en la obligación de enfrentarnos a un sistema que hace cada vez más difícil el ejercicio de nuestra labor en términos éticos. Tenemos, por tanto, la responsabilidad de actuar como mediadores entre los intereses de las personas versus los intereses de los empresarios e instituciones. Esto nos ocurrirá también, al vernos enfrentados a situaciones en donde la moral existente se va a contraponer a la nuestra, debemos ser capaces de actuar con criterio sin dejar que nuestro pensamiento se interponga en la intervención que realizaremos.
En cuanto a la elección por el trabajo social debo señalar que no es simplemente por la necesidad de ayudar a las personas de manera asistencial, sino que para mí va más allá de eso, creo que la carrera me ayudará a realizar una labor más científica y rigurosa, pues los problemas de una persona no se resuelven con entregarle un kilo de arroz, sino que tiene que ver con descubrir los trasfondos, la esencia del problema. Siento también, que aún me falta por descubrir lo gratificante del trabajo, el hacer sentir importantes a las personas, partícipes de sus propios cambios y luchar en conjunto por el respeto de sus derechos y su dignidad.
En suma, reconozco en mis compañeros y en mí una fuerte conciencia social que coincidentemente nos fue entregada por nuestros entornos, que aunque fuesen distintos poseían elementos comunes.
El ambiente existente en nuestra escuela hace lo suyo al ir encantándonos con el espíritu social que se respira dentro, fomentado por nuestros profesores y compañeros.
Podría, con respecto a eso, señalar que poseemos una moral propia de conciencia social, y una ética que nos permite estar siempre cuestionando y por sobre todo reflexionando en torno a las problemáticas sociales.
La importancia del la moral y la ética en el trabajo social es fundamental, pues durante todo el ejercicio de nuestra profesión nos enfrentaremos a distintas situaciones que nos harán confrontar los principios éticos de nuestra profesión, nuestros propios principios morales, y los del entorno (instituciones, otros profesionales, y las personas con las que trabajemos), ya que nuestra labor se caracteriza por ser un trabajo en equipo y siempre en contacto con otras personas.
Además debemos considerar que trabajaremos en la solución de los problemas de las personas, entonces, siempre habrá valores que se pongan en juego. De ahí la importancia de la ética al hacernos reflexionar sobre las distintas situaciones a las que nos podemos enfrentar y el tener un código de principios claro que nos ayudará a enfrentar de mejor forma éste tipo de dilemas.

NOTAS

[1]Cortina, Adela y Martínez, Emilio. Ética. Editorial Akal, segunda edición, 1998. pp. 22.
[2] Cortina, Adela y Martínez, Emilio. Ética. Editorial Akal, segunda edición, 1998. pp. 21.
[3] Cortina, Adela y Martínez, Emilio. Ética. Editorial Akal, segunda edición, 1998. pp. 22.
[4]Aguayo Cecilia, López Teresa, Quiroz Teresa. “Ética y trabajo social en las voces de sus autores: un estudio desde la práctica profesional”, Santiago, colegio de asistentes sociales, Chile, 2007, pp 168-169.
[5]Aguayo Cecilia, López Teresa, Quiroz Teresa. “Ética y trabajo social en las voces de sus autores: un estudio desde la práctica profesional”, Santiago, colegio de asistentes sociales, Chile, 2007, pp 177.


BIBLIOGRAFÍA

- Aguayo Cecilia, López Teresa, Quiroz Teresa. “Ética y trabajo social en las voces de sus autores: un estudio desde la práctica profesional”, Santiago, Colegio de asistentes sociales, Chile, 2007
- Arpini, en Foscolo. “Desafíos éticos del trabajo social latinoamericano. Paradigmas, necesidades, valores, derechos”, editorial Espacio, Buenos Aires, 2007
- Cortina, Adela y Martínez, Emilio. Ética. Editorial Akal, segunda edición, 1998
- Roig, Aturo Andrés. “Ética del poder y moralidad de la protesta”, Editorial Ediunc, Mendoza, 2002

lunes, 10 de noviembre de 2008

Entrevista: habilidades emocionales y teoría

Es medianamente sabido que la opción por el trabajo social está, en la mayoría de los casos, motivada por la vocación. Es ésta la que genera en nosotros el sentimiento de compromiso real con la labor y las personas.

La vocación como característica principal es la que a mi juicio nos convierte en personas con conciencia social, y poseedoras de un real compromiso con las personas. Dadas estas características es que se hace inevitable el abstraerse de sentimientos y emociones a la hora de enfrentar cada nuevo caso. Es por tanto nuestro deber ser capaces de encausar estas emociones, sentimientos, percepciones, etc. de manera que se tornen beneficiosas para nuestra labor, y no se transformen en un arma de doble filo que en algún momento determinado pueda jugarnos en contra.

A través de las etapas que conlleva la aplicación del método básico del trabajo social se pone en juego tanto la aplicación de la teoría, así como también nuestra capacidad de manejar las emociones. Esto se ve clarificado especialmente durante el desarrollo de la entrevista. Esta instancia de conocimiento y recopilación de información es la que pondrá una y otra vez a prueba la capacidad que cada uno posee para complementar estos dos factores, habilidad que mientras mas “dominada” esté mas beneficiosa será.

Al enfrentar una entrevista debemos ser lo suficientemente capaces de combinar la teoría, la percepción personal, los valores sociales y las emociones. Debemos también ser lo necesariamente hábiles para hacer que la mezcla de éstos nos lleve a obtener resultados positivos de acuerdo a los objetivos que nos hemos propuesto, y de la mejor manera posible.

Al ser la entrevista considerada un proceso de reflexión conjunta, esto quiere decir que implica un proceso de retroalimentación en el que cada una de las partes es capaz de oír y ser escuchada, es nuestro deber procurar que cada detalle que pueda influir en la relación que se genera entre el trabajador social y la persona “asistida” este visualizado con anterioridad, debemos procurar manejar todos aquellos factores que podrían influir en nuestra labor.

Estos detalles van desde cosas que podrían parecer tan sutiles como lo es por ejemplo la ornamentación del espacio físico en que realizamos la entrevista, a factores más grandes como lo es el ya mencionado manejo emocional.

Si bien es cierto que los libros nos entregan muchas herramientas teóricas en cuanto a las técnicas y metodologías para llevar a cabo una buena entrevista (a fijar objetivos anteriormente, a seguir un orden en el tema, etc.), existen otros factores que, por más que quisiéramos, los libros estarían lejos de enseñárnoslos, me refiero exactamente a los factores emocionales, que influyen directamente durante todo el proceso de la entrevista. Estos factores se presentan diversos a lo largo de ella, y es esto lo que vuelve más complejo aún el poder controlarlos. Es necesario, antes de profundizar en el tema, señalar que aunque los libros sugieren muchas veces formas para controlar las emociones y orientaciones para saber cuando y como expresarlas, dependerá exclusivamente de cada persona, de cada trabajador social, y después de un largo proceso de autoconocimiento, el llegar a controlarla y usarlas correctamente, porque perfectamente podríamos incluir a nuestra pauta de objetivos para la entrevista otra pauta que nos permitiera controlar nuestros sentimientos, pero esto sería absolutamente ridículo, porque cada entrevista es única y se desarrolla de manera distinta.

Al plantear el tema del manejo emocional en las entrevistas se da por hecho que en este proceso se hace casi imposible mantener la objetividad, esto sobre la base de que desde el momento en que se nos presenta un caso y estamos decididos a intervenir para la solución de éste ya no nos encontramos en una posición neutra, sino que pasamos a ser parte del conflicto, a jugar un rol en su solución.

La necesidad de manejar los factores emocionales radica en que son éstos los que nos permitirán llegar a las personas, los que nos darán la posibilidad de crear ambientes de confianza, de calidez, de seguridad, etc. según lo se requiera en cada caso. Es aquí donde entra en juego el manejo de nuestra habilidad emocional, que nos hará capaces de saber en que momento actuar y de que manera hacerlo.

Hay muchas emociones que estarán siempre presentes en nuestras experiencias profesionales, que son justamente las que debemos aprender a controlar debido a lo beneficiosas que resultan para nuestra labor y la creación de una relación de confianza con el sujeto de atención.

Dentro de estas emociones se encuentra, por ejemplo, la empatía. Esta manera de interpretación de los sentimientos del otro mediante un “hacer nuestro” el problema es muy útil, porque nos permite sentir lo que está sintiendo la otra persona, relacionándolo tal vez con nuestra experiencia de vida, identificándonos con la situación o el sentimiento. En este caso el esfuerzo que se nos exige es el poseer un amplio conocimiento con respecto a nosotros mismos, ser capaces de detectar nuestras reacciones frente a distintas situaciones, ser capaces de generar un autoconocimiento necesario que nos servirá en muchos casos también de escudo, pues nos ayudará a enfrentar situaciones que nos pueden afectar de mejor manera, de esta forma estaremos ya preparados para enfrentarlas.

En el proceso de la entrevista también se pueden hacer presentes sucesos como la intuición, con la que debemos tener mucho cuidado. Debemos ser capaces de tomarla en cuenta pero con cautela, pues si no posee un fundamento teórico estaríamos cometiendo un error al guiar nuestras decisiones en base a esta. Muchas veces la intuición nos servirá, será beneficioso generar hipótesis a raíz de esta. hipótesis que deberemos tratar de comprobar mediante la búsqueda de pruebas que nos puedan ayudar a comprobarla. No quiero decir con esto que nuestra intuición no sea a veces asertiva, pues considero la intuición una virtud que no debe dejarse de lado.

Estos son sólo dos ejemplos de los muchos que se viven en la relación que se crea, o que más bien la emocionalidad de cada uno de los actores ayuda a crear.

En fin, hay diversas sensaciones, sentimientos, emociones, etc. que siempre están presentes en nuestra labor. Dependerá absolutamente del interés que cada uno de nosotros tenga en aprender a manejarlas, reconocerlas y la intención que cada uno preste el desarrollar un autoconocimiento, proceso que nos servirá en todo ámbito de cosas. Específicamente en la entrevista nos permitirá “presentarnos como seres humanos reales, fiables y consecuentes en nuestro contacto con los usuarios, capaces de transmitir interés, afectuosidad, confianza y respeto”.

Debemos entonces interiorizar, cada uno de nosotros, la importancia que tiene el saber dejar actuar las emociones sólo en los momentos pertinentes y tomarle el real valor al autoconicimiento para evitar futuras cargas emocionales innecesarias, entre otras cosas. También debemos desarrollar nuestra capacidad de observación, que será relevante al momento de expresar nuestras emociones, pues ésta nos ayudará a seleccionar el momento indicado dependiendo de cómo se vaya dando la relación con el sujeto de atención, darle valor y sentido a detalles tan simples como el saludo, el tono de la voz, el lenguaje no verbal, todo esto simplificará nuestra tarea de generar relaciones con las personas y nos convertirá de verdad en agentes “eficientes”. De esta forma estaremos cumpliendo con la labor de escuchar al otro dejando de lado las diferencias y haciendo caso omiso a los prejuicios.

El tomarle el peso a la importancia que tienen las emociones para el desarrollo de nuestra misión nos ayudará a darnos cuenta de que como trabajadores sociales no podemos dejar que nuestra vida profesional se transforme en sólo la puesta en práctica de toda la teoría que podamos adquirir, pues desde mi punto de vista sería erróneo el pretender mostrarse como una autoridad intelectual, que frente a cualquier situación pretende entregar su punto de vista filosófico. Como trabajadores sociales tenemos la labor moral de mostrarnos como personas, personas que sienten, que sufren, mostrándonos empáticos y confiando en nuestra intuición, sin dejar de lado la teoría que sustenta nuestro quehacer profesional, y estando en constante contacto con las personas.

“Estos aportes son de gran valor para comprender la complejidad del ejercicio del rol a raíz de esta relación de reciprocidad que se establece entre el trabajador social y los sujetos. Nos referimos a que se trata de una relación donde todos observan y son observados, informan y son informados, escuchan y son escuchados (Travi, B., 2004b). De manera que las personas perciben inmediatamente si el trabajador social está dispuesto a escucharlas, si se interesa por su situación, si se involucra en la búsqueda de soluciones o si la entrevista sólo se reduce a un trámite o procedimiento de rutina, donde a todos se les pregunta lo mismo”.
(Bibiana Travi, “La dimensión técnico-instrumental en trabajo social, pág. 123)

Macarena Armijo

Bibliografía

Pamela Trevithick, “Habilidades de comiunicación en intervención social”
(NARCEA, S.A. DE DICIONES, 2002)


Bibiana Travi, “La dimensión técnico-instrumental en trabajo social"
(ESPACIO EDITORIAL, 2006)